Llega el verano, cambiamos de zapatos, nos salen  las temidas ampollas y surge el eterno dilema, ¿explotar o no? Trataremos de dar un poco de luz para todas esas consultas que nos llegan a la farmacia al respecto.

No vamos a entrar a describir en qué consiste este tipo de lesión y por qué se produce, sino en cuál es el tratamiento más adecuado para las ampollas.
Los dos tratamientos tradicionalmente conocidos para curar esta patología, son el pasivo y el activo, a continuación pasaremos a describir cada uno de ellos, pero queremos dejar muy claro que la creencia general de que no es conveniente explotar las ampollas no es acertada, de hecho es el tratamiento que recomiendan los dermatólogos, eso sí siguiendo una serie de indicaciones.
El primero de los tratamientos es el pasivo, que se basa en aplicar apósitos específicos sobre la ampolla, que por facilita que se seque y vacíe su líquido. Es un método de curación más lento y molesto pues la ampolla molesta hasta su total curación.

El tratamiento más recomendado es el activo, que consiste en  pinchar la ampolla para vaciar el líquido producido, de la siguiente manera: